sábado, 1 de octubre de 2011

Maltratadores escondidos tras un "¿me perdonas?"

Muchas veces lo hemos vivido. Una persona pierde los nervios, sale su verdadero yo, el cual trata de esconder en situaciones normales, y hace cosas que no están dentro de lo catalogado como "bien visto" por la sociedad.
En seguida pone cara de pena y te pide perdón. ¿Lo siente? No.

Maltratadores. Hoy día parece que están en todas partes. ¿Es cierto? Quizá es que ahora sabemos diferenciarlos, y por supuesto hay grados.

Me costará muchos de mis seguidores el decir ésto, pero siempre he estado un poco en contra del exagerado victimismo de las personas maltratadas. Van vagando por la vida como si ya no les quedara nada, como si con su maltratador se hubiese marchado todo.
Y éso suponiendo que hayan dado el paso de huir de él. Señoras y señores, ¿por qué aguantan una situación que odian durante tanto tiempo? No contesten que cada uno se responda. El miedo es el peor aliado. Más vale salir de alli, plantar cara al problema de una vez.

Siempre lo he dicho, y las pocas personas que lo han intentado, saben que es cierto. La primera persona que intente ponerme una mano encima o trate de vejarme de algun modo, puede huir del pais, porque está muerto.
Creereis que es un envalentamiento y que tendría que verme en la situación. Yo ya he vivido esa situación. Y no solo una vez. Por éso se a quién me enfrento, su perfil, y cómo tratarlos.

Hace no mucho me crucé con otro de estos encantadores seres.

Mi sujeto de estudio número dos, un director de restaurante calvo y barrigudo que come por ansiedad y a la vez trata de conservar la línea. No está a gusto con la imagen que cada día le devuelve el espejo. Su inclinación sexual hace todo más dificil. No está a gusto con el trabajo que tiene porque piensa que, por ser quien es, todo el mundo debe respetarle por muy insensato que sea lo que dice.
Y ahí es donde entra la persona 2, que no lo hace.

Conversando pues con un compañero, se llegó a la conclusión de que el perfil descrito era el que más encajaba con el sujeto y aunque a continuación solo narraré uno de los casos, el que más descubrió el pastel, hubo otros tantos que lo confirman. Quizá este fue el más fuerte de todos.


SITUACIÓN:
El tercer personaje (3), que sigue en grado de responsabilidad al sujeto de estudio y  que comparte un vínculo "especial" con la persona que vivió la historia (2), entra en la cocina con el sujeto de estudio numero dos, al cual calificaremos de 1 en el diálogo.
- 1: Eres un gilipollas, estoy harto de ti, ya no te aguanto más (a gritos, entran los dos y se paran en la cocina, sin hacer nada más que discutir)
- 3: Que a mi no me tienes que contar nada, pero ¿qué cojones?
- 2: No vengáis a la cocina a discutir, por favor. Marcháos.
- 1: (tras un silencio un tanto violento, ya que 1 y 3 miran a 2 con odio, 3 desaparece y 1 se acerca peligrosamente a 2) ¿¡Perdona!?
- 2: Que no vengáis a la cocina a discutir, POR FAVOR.

- 1: ¿¡PERDONA!? (cada vez se acerca más, en señal de amenaza)
- 2: Te he pedido por favor que no entres en la cocina a discutir.
- 1: (gritando, cada vez más cercca) Pero bueno, es que es la ostia, yo entro a discutir donde me da la gana, ¡soy el director! (primer signo de debilidad, recordar quién es y la razón por la que supuestamente puede hacer lo que se le antoje)
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- 3: ¿Qué ha pasado? ¿Qué te ha dicho 1?
- 1: Símplemente le he pedido que no discutais aqui, porque me pone muy nervioso e intento trabajar. Se ha encolerizado y acercado tanto a mi que he llegado a pensar que iba a pegarme.
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- 1: Oye, disculpa por lo de antes, he perdido un poco los nervios (signo más evidente de su complejo de inferioridad)

FINAL:
Durante años, has pensado que tu puesto de trabajo, de elevado rango, iba a llenar el vacío que sientes porque no te aprecias.
Probablemente, una infancia turbulenta, muchas burlas por parte de tus compañeros o haber sido maltratado en el pasado, ha hecho que ahora tu seas el maltratador.
Te sales de tus casillas cada vez que alguien no cumple una orden tuya o pone en duda algo de lo que dices.
En general, estas tan inseguro de lo que tu mismo dices y piensas, que lo reflejas en tus palabras, las cuales tratas de disimular con un tono de voz firme y alto.

Ahora que alguien ha decidido plantarte cara y has visto que esa pose no te sirve, ¿comenzarás a controlar tus instintos más primarios... o... continuarás siendo la persona deleznable que hoy eres? Tu decides...

"Cuando estaba en el colegio y la gente se metía conmigo por no tener pelo, mi madre me dijo... Cuantos más tacos utilices y más grites, más mostrarás que les tienes miedo y estás dolido. Mírales fíjamente, baja el tono, y diles lo que tengas que decir de una manera pausada y tranquila, como si no estuvieses alterado. Si luego tienes que romper una pared del baño de un puñetazo, hazlo, pero que ellos no lo vean." La primera vez que usé este consejo, alguien acabó llorando. Alguien que realmente me hizo daño.