Este
hombre, situado a la izquierda (no la normal, sino la mía) de las letras, se
llama Jose Rubio, de 47 años. Es, desde hace ya ocho años (que se dice pronto),
el propietario de Dulce Amargo, una tienda de productos
chocolateros, obrador y aula de cursos. ¡Ahí es nada!
¿Algo más? Además es un vendedor de los que ya no quedan, y éso se
nota en cuanto entras en la tienda; su dedicación, entusiasmo y pasión.
Te recibe con una sonrisa y ante los encargos, hace lo posible por
ayudar y dar ideas.
En otros lugares te responden con mujidos o palabras de dos
letras, y es bastante desagradable.
Además, tengo la suerte de que es uno de los participantes más
activos de este mi blog, y tener a un gran profesional como él entre los
seguidores, es todo un privilegio.
A continuación, le cedo la palabra para que os cuente algo más
sobre él, que a mi ya me tenéis muy vista:
“Cuando me trajeron a la cueva mi primer dinosaurio, no sabía por dónde empezar. Mis pequeños trogloditas tenían tanta hambre como mala leche. A falta de pan, que aún no hacíamos, les hice una divertida barbacoa. Fuego si teníamos, unos modernos que éramos. Dos lagrimitas me corrieron por sendas mejillas cuando mis pequeños se abrazaron a mis piernas.
En mis años en el Delta del Nilo ya tenía pan, les hacia bocadillos para el almuerzo mientras descansaban construyendo las pirámides. Madrugaba para hacer con ilusión ese pan ácimo que tanto les gustaba .Claro, me quedaba solito y darles miguitas a los cocodrilos era mi único consuelo.
La cosa no mejoró tiempos después. Las Cruzadas requerían una
mayor imaginación puesto que por muy grande que les hiciera el bocadillo, a la
semana ya se les terminaba… Y claro, los cinco años siguientes, me comían
guarrerias. Pero ahí estaba yo, esperándoles con un buen ciervoal horno de
piedra con guarnición.
Luego nos trasladamos a Roma, que en ese momento era lo más. Eso sí que eran banquetes. Gracias al comercio marítimo tenía de todo; ¡Se acabó el Puls!
Loros, salmonetes, bueyes, ocas... Me lucí de lo lindo, y hasta me
hicieron una estatua en el Foro.
Pero todo lo bueno se acaba; vinieron las guerras, las gachas, el
mendrugo, las patatas y más patatas y más patatas... Pero yo me las ingeniaba
para sacarles a los míos una sonrisa con lo poco que tenía en la cocina.
Afortunadamente ahora les hago el desayuno, el almuerzo, la
merienda y la cena. Deseandito están de llegar a casa.
Hasta tengo una cocina que me deja mucho tiempo libre. Tanto que
me he parado a pensar porqué cocino, ¿para qué todas estas molestias?
Y me dí cuenta que la respuesta era muy fácil.
Y me dí cuenta que la respuesta era muy fácil.
Quiero lo que todos. Quiero que me quieran.
Cocino para que me quieran.
Tan simple.”
Tan simple.”
Para el proyecto puzzle, Jose nos presenta un brazo de gitano
hecho a mi medida; y nunca mejor dicho, ya que ha usado los ingredientes que a
mi me han venido en gana (¡cómo me cuida!): amaretto, guindas, chocolate y
coco. Y por si eso fuera poco, ¡una piececita de puzzle clavada!. Si queréis
degustarlo, un viajecito a la calle Blasco de Garay, 52 (Madrid, claro).
Antes de
acabar, un agradecimiento enorme al señor Pepe Gorines, superchef actualmente
sito en Madrid, ¡que fue quien me sugirió encarecidamente que fuese a visitar
por primera vez a Jose!
Pues desde aquí prometo hacer una visita a Dulce amargo. ¡Palabrita!
ResponderEliminar