Ayer me di cuenta de varias cosas.
Fue un día de ésos que marca. Hoy, vuelvo a escribir en Filosofía alimenticia.
A cuenta de todo esto que está ocurriendo últimamente: el grupillo estupendo que se ha formado en facebook alrededor de una buena mesa de comida, estoy empezando a salir del agujero en el que me había sumido, a mí misma y al blog.
Con todo el tema de la mudanza, y antes de trabajo, y antes la otra mudanza... Era todo como un despropósito gigante. Levantarte cada día y pensar que has dejado de lado una parte de tí, una pieza de tu puzzle, que es tan importante como Diano's Cook.
Pero no se si han sido las demás circunstancias de mi vida; el que ya tengo ganas de volver al ruedo, que ya he superado toda la mierda pasada, o que realmente me he dado cuenta de que tengo apoyos importantes y fuertes. Y aunque no los tuviera; que el tiempo corre sin parar, y no quiero perderlo. El reloj nunca para... (menos cuando se queda sin pila XD)
Asi que como, aparte de todo éso, lo prometido es deuda, me adentré en el maravilloso mundo de Sabor en Cristal y miré con ojitos su tarta de chocolate. Me apetecía cocinar.
Leí por encima le receta (vamos, que miré los ingredientes y asentí a modo de "ah, si si"). No os digo que mi primera intención no fuese hacerla casi igual, pero ya sabéis que yo, es entrar en una cocina, y me descontrolo. Que empiezo haciendo una salsa césar y acabo haciendo una tarta de manzana...
Pero nada, que me puse ahí al tema con la pasta sableada, y ni reposo ni nada, que tenía hambre... Mantequilla pomadil, harina tamizada (porque tenía cachos duros y negros, que de verdad que me niego a querer saber qué era aquello, porque lo más seguro es que respondan a filetes momificados) y azúcar moreno (la blanquilla me da cosa; es como demasiado aria, un poco de color y sabor en la cocina, ¡por favor!)
Así que nada, lo metí un minuto en el frigo, y como me cansé de esperar, lo saqué y lo puse en el molde, jajaja. Sí, lo escudillé por los bordes también, para que sujetase la crema en caso de que no cuajara bien. Pero claro, más blandurrio que una natilla, se escurrió y quedó solo de base. Pues muy rico.
Y luego la crema. Yo leí nata, chocolate (éso sí, doscientos gramos de cada) y un huevo. Y no leí más. Me llevé el peso a la cocina, que conste, pero chico, es que casi no tiene pila, y me dió lástima gastarla xD
Pero bueno, que eché el huevo y no pensé. Lo metí al horno (con huevo crudo...).
Las tartas que he solido hacer de chocolate, o llevaban gelatina, o eran de crema inglesa (o ambas, como la que hacía para Ricard Camarena en Ramses Madrid), así que, hice lo que me dio la gana y la escudillé, y al horno.
Total, que mientras se horneaba, pensé... La de la foto de Fernando no tiene pinta de algo horneado. Algo con huevo y horneado, tiene otro color, y la textura se nota diferente incluso en una foto.
Qué maravilla al leer la receta y ver que no había hecho nada como había que hacerlo. Pero creo que pocas cosas me han quedado tan "suspiriles" en boca, como masticar una nube, y a la vez, crujiente por el a modo de sableado que tenía debajo. Al final fue una especie de mix Ricard-Fernando-Diana, que más era Diana que otra cosa xD
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Otra cosa buena que tuvo la receta en cuestión, es un antiguo compañero de trabajo que puso: "Menudo enjendro, y encima tienes los ovarios de ponerlo, ¿a qué aspiras, maja?".
En fin. El comentario era como para borrarlo, desde luego. Pero ocurrió una cosa que me dejó anonadada. Lo escribió mientras yo cenaba, así que quedó pendiente mi contestación. Y no hizo falta. En seguida, dos amigos, y digo buenos amigos y seguidores del blog, saltaron en mi defensa.
Este comentario, por cabrón que parezca, me recordó y re-enseñó dos cosas:
- Los verdaderos amigos, están ahí cuando hace falta, para defender contra viento y marea algo en lo que crees, y no dudan en hacerlo.
- Una crítica destructiva sin fundamento ni explicación, pierde su base y se cae sola. No necesita ni explicación.
Acepto que me digas que la elaboración no fue correcta, si sabes de lo que hablas. Acepto que me recomiendes otra manera de emplatar. Pero, ¿acaso miro yo una foto tuya y te critico por alguna cualidad física que no me agrade?
En el blog ya lo han hecho más de una vez, y poco a poco vas a prendiendo que hay dos tipos de personas que te empujan hacia arriba y hacia delante, si tienes el valor y eres fuerte:
- Los amigos, cuando no puedes más, porque te dan la mano y te ayudan, porque te recuerdan que pudiste con cosas peores.
- Los enemigos, que tratan de mortificarte diciendo que no vales, que lo que haces es una mierda, y que no vas a llegar a ningún lado.
No digo que lo que hago sea una maravilla. Pero sí digo que cuando tengo que esforzarme al máximo, lo hago. Que lo doy todo en los fogones. Ésto no es solo un trabajo. Es una pasión. Cuando tenga que demostrar, ya lo haré, pero en mi blog, hago las elaboraciones que quiero, y como lo prefiero.
¿Y por qué los enemigos me empujan hacia delante? Porque, tras sentirme como una mierda después del comentario que hacen detrás de una pantalla, muchas veces sin nombre siquiera, por si voy a buscarles y les contesto (...), pienso que no tienen razón, ni la tendrán.
En esta vida, una de las cosas más importantes para mi es la cocina. Y ningún payaso con ganas de desmerecer al resto, va a hacer que tire la toalla. La tengo aqui bien agarrada. Y tiene forma de puzzle rojo.
Carlos Javier, Víctor, Alexandre, Cristian, Caco... Y sobre todo mis más superincondicionales, que movieron ficha: Jose y Maider. Gracias. Gracias por un momento de reflexión importante.
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