sábado, 4 de febrero de 2012

Pensamientos

Mucha gente reconoce lo pensativa que soy. Aprovecho cada segundo que se me permite, para poder pensar. En el presente, en el pasado y en el futuro. Adónde voy, adónde me gustaría ir... Adónde me gustaría haber ido, adónde he ido.

Los pensativos somos en ocasiones muy dificiles de llevar, ya que siempre tenemos pájaros en la cabeza, y de un día para otro, todo nuestro universo puede cambiar. 

Hoy no voy a hablar de cocina. O quizá si, pero intrínsecamente.

Desde que estoy aqui, en este mundo, que a veces es justo y a veces no lo es, siento que no estoy en el lugar adecuado. Puede que sea inconformismo, quizá prisa. Casi todo lo que me he propuesto, lo he conseguido, con o sin ayuda. Con el sudor de muchos meses, o en cinco minutos.
El caso es... ¿Quizá conseguir las cosas fácilmente las quita el valor? Cuando echo la vista atrás, me veo en el instituto, renunciando por deber al que era mi sueño (asi lo creía, y por ello aposté todo a la misma carta).
A lo largo de la vida, debes ir renunciando a muchas cosas que te gustaría conseguir, pero que en ese momento no es posible por las circunstancias. En cambio, algunas veces una llamada puede cambiar todo lo que se pretendía como un desenlace sin sentido. 
Cuando eres obligado a caminar por un sendero que no te motiva, cuando te dicen qué tienes que hacer y sabes que no puedes desobedecer... ¿Qué sentido tiene la vida? Cada uno tiene marcadas unas líneas en la mano, y son las que guían nuestro destino, que camina por ellas.

Al empezar en esto, puse todo lo que estaba en mi mano para llegar lo más lejos posible. Puede que al ir consiguiendo mis metas, me haya relajado. Cada día trato de ser la mejor, y sigo sin acercarme una micra.
Pero la mejor, ¿de entre quiénes? ¿cuál es el baremo que lo mide? ¿con qué comparar?

Cada vez que he tenido una sola duda, me pongo en el lugar de los que ni siquiera tuvieron la oportunidad de intentarlo. Abandonar sería un error piense lo que piense. 
¿Es duro? Lo corroboro.
¿Nunca llegarás a ser perfecto? Éso nadie lo sabe, ni siquiera él.
¿Tienes que aguantar mucha presión, tienes que correr? Si. ¿Prefieres estar rodeado de papeles y vestir un traje mientras pasas el día en una silla? Quizá con 40 años, cuando me haya cansado. No ahora.

Cada vez que alzo las manos al cielo lamentándome y preguntándome porqué elegí ésto si descoordina con tantos otros aspectos que me gustaría tener en mi vida, me convenzo a mi misma de que no es para siempre. De que la vida es muy larga, y se va evolucionando.

Cuando tu haces algo que realmente te motiva y que te hace dejar de pensar (que para un pensativo como yo, es algo realmente dificil) en todo lo de fuera, aunque haya cien aspectos que cambiarías, cien personas que moverías, que eliminarías y que realmente no concibes qué pintan ahí... Hay algun momento en el que reparas en que, si fuese todo perfecto, la gente fuese perfecta para contigo y tu para con ella, si no hubiese disputas, si no hubiese cacas, si no hubiese momentos álgidos y depresivos... La vida sería una línea completamente recta que sería imposible de vivir sin aburrirse.

Muchas veces me recuerdo sentada en aquellas escaleras, esperando a que llegase la hora de entrar en mi primera cocina. Aquello no fue nada. Nula responsabilidad, pero mucho aprendizaje. Las primeras personas que marcaron mi carrera.
La responsabilidad fue creciendo conforme pasó el tiempo. Muchas lágrimas, pero también mucho orgullo. Orgullo de haber aprendido, de tomar nota de cada cosa buena y mala, para repetirla o no. Algo de cada uno para formar un todo... ¿perfecto? Aun no, y lo que queda.

Un día te levantas y todo ha cambiado, porque las personas cambian de parecer de repente, y quizá se marchan, quizá desaparecen, quizá vuelvan o no. Las oportunidades pueden volver, y las esperanzas nunca marchan. Ser perfecto no es esperar a que todo siga su cauce, sino saber encauzar lo que se descolocó. Saber qué te ocurre en cada momento.

Tengo las manos llenas de cortes y quemaduras, una uña malformada por un corte y un gripón de caballo. Y quizá esta vez me haya rendido del todo. Ni siquiera sé porqué ha ocurrido todo éso. Ni me he molestado en saberlo. Pero me lo cuido, hasta que sea capaz de mirar al sol a los ojos y decirle que ya no es tiempo para hacerme daño...

No hay comentarios:

Publicar un comentario