miércoles, 7 de marzo de 2012

Madrid en menos de un año.

Queridos Dianeros...

Hace ya un año que ésta que escribe estaba sentada frente a este mismo ordenador teniendo que leer los millones de posts que otros escribían acerca del Salón del Gourmet; entre otros los de personas más que allegadas que, por vivir aquí y tener algun que otro contacto, habían conseguido ir. Y en aquel momento, después de ver pasar Millesimé, Madrid Fusión y, por otras razones, San Sebastian Gastronomikoa, me dije... El año que viene no faltaré. Así que cogí mi furgoneta Daily, de Atesa, y 500 km que me hice hasta llegar aqui.

No voy a decir que las cosas hayan sido fáciles, porque sabríais que os estoy mintiendo. He mandado a tomar vientos ésto un millón de veces, porque en algunos aspectos de mi vida no he encontrado lo que buscaba, y en otros he perdido lo que tenía. Pero el tema es que, a la tercera jornada del Salón del Gourmet, puedo decir que he conseguido sino todos, la gran mayoría de mis objetivos en Madrid.

Como por arte de algun tipo de Angel que mira porque cumpla mis sueños, en la época de Millesime conseguí cuatro días libres (precisamente en mi cumpleaños) en los que pude trabajar al lado de Paul Ibarra y Fernando Canales de nuevo, y formar parte de su stand de Etxanobe. Alli me junté y pude conocer a personas como Jesus Quintero y Patricia (Abantal), Jorge Breton, Paco Morales, Senén Gonzalez y su eterna acompañante Itziar, mi compi de stand Álvaro Garrido (de Mina), Joaquin Felipe, y hasta tomar un café con mi ídolo Joan Roca. Todo éso aparte de, por supuesto, poder visitar los stands de otros compañeros y cenar en restaurantes tan reconocidos como Piñera o Don Giovanni, de Andrea Tumbarello.

Más tarde vino Madrid Fusión, cuando ya trabajaba con Alberto Chicote, otra de mis casillas marcadas en la lista de cosas que hacer por aqui. Por casualidad, ya que los días de libranza eran rotativos, coincidieron. Y por casualidad, al llegar alli sin pase ni Dios que lo fundó, encontré a alguien que me brindó la oportunidad de entrar con pase de prensa. Éso me permitió disfrutar de todas las charlas, eventos y stands que alli había; hasta los más exclusivos. Además, ver de cerca a Quique Dacosta, Martin Berasategi, Sergio Bastar, conocer por fin a Garbancita Cristina... Y por supuesto, coincidir con viejos amigos y conocidos de Millesime.
Días muy intensos de un aprendizaje sin fin. Todo para compensar unas navidades petadas, un fin de año corriendo ida y vuelta en el mismo día a Valladolid, y el Gastrofestival, que supuso un mierdón pistonudo.
¿Y ahora? Ahora tocaba el Salón del Gourmet. La última de las casillas de eventos, que permanecía sin marcar. Se acercaba el día y aun no sabía qué ocurriría. No pedí los días, como ya es costumbre, pregunté a un par de personas de las que aun continuo esperando respuesta... Y luego acudí a alguien nuevo en mi vida. Esa persona por la que de verdad creo que merece la pena (y ahora que ha sido el único que ha cumplido a la primera lo que me prometió, aun más) ser su sombra y aprender de él. ¿La siguiente casilla? Ser su sombra profesional, con todo lo que ello implica. Y ya estoy haciendo méritos.

Y entonces me encuentro con un pase con el que descubrir todo un mundo de stands. Viejos conocidos, y viejos por conocer. Personas por fin desvirtualizadas, una cantidad ingente de posibilidades, de personas con las que hablar, con las que hacer negocios, y que saludar.


En mi vida personal, este "ya casi un año" en Madrid ha sido más que duro. La única persona que me respaldaba, desapareció como es ya común, en el momento en el que más la necesitaba. Otros han ido y venido, incluso yo me fui y vine. No he encontrado un grupo fijo de gente con el que salir, al que acudir cuando no despierto de las pesadillas, ni alguien a quien contar mis más oscuros secretos. Y desde luego, la persona que estaba más cerca de casar con esa descripción, ha sido arrancada de mi vida sin siquiera poderme despedir de élla.
Aun así, en el balance de todo ésto, desde haber podido trabajar con Juan Pozuelo, con Alberto Chicote, conocer a Sergio Fernandez, ver tantas cosas... ¿Cómo podría permitirme el lujo de decir que Madrid 2011-2012 no ha merecido la pena? He llorado hasta hartarme, pero de dolor y de alegría. Y podéis imaginar que todo cambió cuando me di cuenta de que mi actitud era lo importante. Si hago todo lo que puedo por ir a un lugar y al final no lo consigo, por lo menos, podré decir que hice todo lo posible. Y ahora, en el plastiquillo que cuelga de mi armario, no pone el nombre de una periodista. Pone el mío. Y pone el lugar al que pertenezco. Y pone la profesión que defenderé a capa y espada.

Una cosa tuve clara al marcharme de alli: había aprendido todo lo que quería aprender, y seguir alli me estaba matando por dentro. Era hora de echarle cojones y poner las cartas sobre la mesa. No era la primera vez.

Y a todos vosotros, todos los que leeis mis aventuras por FB, el personal o el profesional, por twitter o por aqui mismo, que tanto me habéis ayudado y apoyado en ciertos momentos... Las gracias que os podría dar, no llegarían a la suela de un solo zapato. Asi que simplemente... Sois los que hacéis, en parte, que siga aqui. Un enorme saludo. Y por supuesto, el viernes espero teneros aqui plantados leyendo más líneas, esta vez sobre el salón.