sábado, 20 de septiembre de 2014

Restaurante Amura, Lanzarote

Hace siglos que no escribo. Se me quitaron las ganas de volver a decir nada.
Pero lo de hoy merece mención.
Ya sabeis que como cocinera que soy, y ahora peor, tambien camarera, me encanta ir a restaurantes michelin y disfrutar de un servicio impecable.

Llegamos al restaurante, un grupo de once ingleses y yo, unica española, y fui recibida, pese a hablar con el camarero en español, con un menu en ingles. Con cara de ofensa me trajo el español acabo de un buen rato ( iria a imprimirlo...)

Nos sirvieron un pan minusculo de una seleccion de tres a elegir, y nos trajeron tomate, aceite y sal en ramikins con otro mas de mantequilla del tamaño de una uña del meñique. Tres para doce personas. Desconozco cuanto cobraron por esto porque gracias a dios fue una invitacion.

El primero, terrina de foie, estaba malo. He sido cocinera durante seis años, formada en una escuela en la que te hacian comer pasteles crudos, trabajando en restaurantes en los que el chef me ha hecho probar cosas que estaban malas, para poder diferenciarlas. Solo por esa razon, y por ser un cliente que va a pagar 15 euros por dos triangulos de foie, merezco, y mas si somos tres los que decimoa lo mismo, un poco de credibilidad si el foie causa burbujas en la lengua, esta picante, y amargo. Creo que, a no ser que lo mezcles con petazetas o cava, no deberia ser asi.
Pero no solo tuve que decirselo a un camarero, sino a dos y al maitre en tres diferentes ocasiones, mirandome con cara de ovni.
Y aun, tener que escuchar al maitre decir cómo ha ido a la cocina a probar todo por separado (como los tres habiamos hecho, y yo, cocinera no fumadora, repito) y el foie estaba perfecto, se lo aseguro. El queso estaba un poco acido y burbujeante, pero no el foie.
Excelente manera de conseguir que no volvamos: rebatir qué estaba mal, en vez de disculparse porque, fuese lo que fuese, SI estaba malo.

Tras un segundo que no era del otro mundo y por el que pagamos unos 19 euros de media, vino el postre.

No voy a criticar nada mas que la manera en la que el manager vino a preguntar: "eso sí está rico, no?" Como si fueramos tres niños comiendo patatas fritas con ketchup.

Nunca me he sentido tan ofendida, cuando ponen en duda mi idioma, me miran por encima del hombro, y ponen en duda mi paladar.
La peor experiencia en un restaurante, de mi vida.

Como último detalle, solo decir que en una isla como Lanzarote, o por lo menos esa zona, llena de ingleses, el nivel de ingles del manager era penoso y más alla, mucho más bajo que el de cualquiera de los demas camareros.