sábado, 20 de septiembre de 2014

Restaurante Amura, Lanzarote

Hace siglos que no escribo. Se me quitaron las ganas de volver a decir nada.
Pero lo de hoy merece mención.
Ya sabeis que como cocinera que soy, y ahora peor, tambien camarera, me encanta ir a restaurantes michelin y disfrutar de un servicio impecable.

Llegamos al restaurante, un grupo de once ingleses y yo, unica española, y fui recibida, pese a hablar con el camarero en español, con un menu en ingles. Con cara de ofensa me trajo el español acabo de un buen rato ( iria a imprimirlo...)

Nos sirvieron un pan minusculo de una seleccion de tres a elegir, y nos trajeron tomate, aceite y sal en ramikins con otro mas de mantequilla del tamaño de una uña del meñique. Tres para doce personas. Desconozco cuanto cobraron por esto porque gracias a dios fue una invitacion.

El primero, terrina de foie, estaba malo. He sido cocinera durante seis años, formada en una escuela en la que te hacian comer pasteles crudos, trabajando en restaurantes en los que el chef me ha hecho probar cosas que estaban malas, para poder diferenciarlas. Solo por esa razon, y por ser un cliente que va a pagar 15 euros por dos triangulos de foie, merezco, y mas si somos tres los que decimoa lo mismo, un poco de credibilidad si el foie causa burbujas en la lengua, esta picante, y amargo. Creo que, a no ser que lo mezcles con petazetas o cava, no deberia ser asi.
Pero no solo tuve que decirselo a un camarero, sino a dos y al maitre en tres diferentes ocasiones, mirandome con cara de ovni.
Y aun, tener que escuchar al maitre decir cómo ha ido a la cocina a probar todo por separado (como los tres habiamos hecho, y yo, cocinera no fumadora, repito) y el foie estaba perfecto, se lo aseguro. El queso estaba un poco acido y burbujeante, pero no el foie.
Excelente manera de conseguir que no volvamos: rebatir qué estaba mal, en vez de disculparse porque, fuese lo que fuese, SI estaba malo.

Tras un segundo que no era del otro mundo y por el que pagamos unos 19 euros de media, vino el postre.

No voy a criticar nada mas que la manera en la que el manager vino a preguntar: "eso sí está rico, no?" Como si fueramos tres niños comiendo patatas fritas con ketchup.

Nunca me he sentido tan ofendida, cuando ponen en duda mi idioma, me miran por encima del hombro, y ponen en duda mi paladar.
La peor experiencia en un restaurante, de mi vida.

Como último detalle, solo decir que en una isla como Lanzarote, o por lo menos esa zona, llena de ingleses, el nivel de ingles del manager era penoso y más alla, mucho más bajo que el de cualquiera de los demas camareros.

sábado, 28 de junio de 2014

Día 2. LA MESA.

Ayer podemos decir que, para variar, empecé con el pie derecho (porque me lo torcí), pero no acabó tan mal.

La primera mesa de mi sección empezó con una queja porque el ingrediente principal de la sopa era sal. Con el morrete de la comensala levantado hasta la ceja, pensé... "Ya empezamos a empezar como una caca". Por suerte el chico joven de la mesa era muy majo. Tan majo que hablaba con la mesa, a mi altura desde luego no llegaba ningun sonido. Cuando me di cuenta, tenía sus morros en mi conducto orejil. No había manera de oirle. Es más, desde aqui os digo que no se oía ni él. ¿Y de pronunciación qué tal? Pues asi como no abría la boca para producir sonidos altos, tampoco lo hacía para producir sonidos con diferentes... Sonidos, o algo. Era plano. Su hablar era absolutamente plano. Asi, "coke" pasó a ser "ck", "pate" "p" and so on and so on. Muy entretenido.

Pero las risas no acabaron ahí. Cuando me preparaba para meter mi primera comanda en mi archienemiga la TPV, el que había tomado repentino lideradgo de mi sección para "ayudarme" y vigilarme (un poco tarde, por cierto, cuando ya había pasado lo peor sola el día anterior), tomó también lideradgo de mi amada huella dactilar y metió mi comanda en el ordenador, explicándome cosas que ya había hecho el día anterior y otros muchos, retrasándome con el resto de mesas y dejándome atónita ante tanta explicación tardía.

Pero pese a aquello y tres muy malas contestaciones de algun otro, asi todas seguidas, no tenía pensado abandonar mi sonrisa. Lo iba a bordar. Aqui venía mi segunda mesa.

"Can I have a wwiwiwndiwnwindiwn?"
"Sorry?"
"Can I have a white dry wine please?"
"Ah yeah, I just need to know..."
"WHIIII-TEEEE DRYYYYY WIIIII-NEEEEE"
"Si quieres copa grande o pequeña..."
"Oh I'm so sorry..."
O de cómo tratar a extranjeros como sordos y retrasados sin esperar a que te hagan la pregunta si quiera...

La tarde siguió sin problemas, bastante aburrida al principio hasta.... Aquella mesa. Me cubrí de gloria de principio a final.
Pidieron una cesta de pan (y esperaron diez horas porque no teniamos focaccia, que sufrió un viaje de diez minutos arriba y abajo en el montacargas porque nadie se dignó a sacarla) (luego el trozo de focaccia no les gustaba porque era un borde) (el trozo borde, como la vida misma, se quedó abandonado en el plato) (a estas alturas ya la había liado, porque separé la cesta de pan de los entrantes y no sabía que tenía que marcharlos), tres entrantes (que llegaron cuando estabamos abriendo el restaurante a la mañana siguiente...), un plato de ravioli a compartir (que casi supone un infarto a mi manager cuando vió que solo había un plato y no tres), y tres segundos. Tras pedirme la carta de vinos, entender solo "vino" mientras señalaba el vino que ya tenía (y que le había conseguido vender, uno de los especiales) y llevarle otro vino (que no, no había pedido), miré el pedido de la mesa. Me había coronado. Había cumplido todo lo esperado: en cada curso les había cambiado los cubiertos, les había vendido agua (still AND sparkling), pan (un poco tarde), les había llevado platos para el ravioli a compartir... Y les vendí postres Y cafés. Me sentía tan orgullosa.... Y llegó la cuenta. Cash. Me fui con el fajo de billetes a la caja para descubrir que les tenía que devolver 19,90.
"Madre mía, me quedo sin cambio...". Tras seis horas de contar y recontar todas las monedas del mundo para poder devolverles el cambio... Miré al espejo en el que me había visto sonreir tantas veces aquel día... Y vi cómo se marchaban.
No querían el cambio.
Era una propina. Una propina de casi 20 pounds en una mesa por la que había hecho todo lo posible, y en la que había conseguido seguir todos los pasos correctamente. Mi sonrisa brillaba en todo el restaurante.
En aquel momento me sentí orgullosa. Por primera vez, en una sola mesa de momento, pero era solo el principio, lo había conseguido.

Otras mesas vinieron, pero mi corazón seguía con aquellos ancianos. Tres personas. Unos de los clientes que, si vuelvo a ver, serán tratados incluso más entre algodones. Porque pese a que estaba "struggling", vieron mi esfuerzo. Gracias...

La siguiente mesa... Me acerqué. Era de tres, aunque solo había dos. Casi me quedo ciega al ver que, de dos chicas jovenzuelas, una de ellas estaba enseñando todo lo que la hacía mujer y que Dios le dio para esconder en braguitas. Tras correr al office y aclararme los ojos con lejía tras unas frotas de estropajo, les pregunté sin querían algo de beber mientras esperaban a su tercera amiga desnuda.
"Estamos esperando a otra persona"
....
En estos momentos me dan ganas de decir... Si. Bien
Es como cuando dices "¿Os apetece pan para picar mientras decidís el menu?" y dicen... No, primero vamos a mirar el menu. ¿¡Pero habéis oído lo que he dicho!?
En fin, ¡sin remedio!
En esta mesa perdí un dedo. Y luego rompi medio restaurante. Había que compensar con la perfección de los ancianitos.
Aquel día en cocina estaban furiosos, y los platos estaban más calientes que el puto fuego. Creí que dadas mis dotes pasteleras y cocineriles, mis manos eran callos. Me equivoqué. A medio camino con uno de los platos, un lagrimón de sangre cayó de mi ojo. Bendito Dios, quién me mandaría apoyar el canto de ese plato en mi pobre dedo pulgar. ¡Qué culpa tendría él!
Literalmente, llegar a la mesa, y dejar caer el plato, sin importarme una mierda todo lo demás. Mi dedo se caía. Amputación segura.

Tras hacer dos cuentas en tarjeta (gracias a Dios ayer, la máquina no me jugó malas pasadas) y una en cash, recogí la mesa de una montaña de servilletas (pero si solo había tres al principio), papeles y demás.
Entonces me vine arriba.
Me di cuenta de que, durante los dos últimos días, había llevado bandejas llenas de copas y vasos sin ningun problema.
Asi que decidí recoger los ochenta vasos de agua y dos copas a la vez. Y pensé... ¿Por qué no apilar dos vasos de agua, uno de ellos con agua?
Porque se cayó. Se cayó todo XD. Se cayó la botella de vino, todos los vasos, las copas, la sal, los azucarillos... El restaurante se quedó en silencio. Mi camiseta estaba empapada otra vez.

Tras veinte minutos de limpiar sal (al principio crei que era cristal hecho mil pedazos, y casi me da un infarto), de patinar sobre agua con diversas volteretas y mortales hacia atras, conseguí recoger los seis litros de agua (solo era un vaso, ¡por Dios!). Y ya está.

Lo demás de la noche, la verdad es que no es muy interesante. Se me pasó el tiempo volando, disfruté la mayor parte del tiempo y... Hoy en vez de tener solo cuatro mesas, tengo siete.
Literalmente la manager me dijo que no quería asustarme con ochocientas mesas (de hecho esa es una sección completa), porque quería que me quedase. So sweet <3 p="">

viernes, 27 de junio de 2014

Día 1, sola, y se me olvidó sonreir.

[Y puedo decir que, durante aquella hora de mi vida, jamás me he encontrado tan sola en el mundo, tan rodeada de gente. Gente ajetreada yendo de un lado a otro del restaurante, unos comiendo, otros alimentando, pero todos teniendo muy claro qué ocurría. Y en el centro de aquella vorágine, una pequeña recién nacida, tan perdida que ni la más precisa brújula habría servido....]

Ayer fue mi primer día sola ante el peligro. Por desgracia tuve uno de los peores comienzos de mi vida, pese a haber sido todos ellos bastante tortuosos.
Al llegar al restaurante, la emoción tapada por el miedo a lo nuevo, me cubrió; tenía mi huella (literal, para usar la tpv) en el restaurante. Lo había conseguido: alli empezaba todo. ¡Estaba tan asustada!

Mientras rellenaba los últimos papeles con mi "entrenadora", me iban llegando informaciones sobre mi sección.
Tomaron la decisión de darme cuatro mesas de hasta seis personas para empezar, pero fueron las más populares y las que estaban reservadas.

Cuando volví de rellenar mis papeles, la sección estaba llena de gente hambrienta, yo llena de nervios y perdida como nunca antes.
Crei haberme equivocado.

Con pánico, cogí mi comandero y me acerqué a la primera mesa. Se me olvidó sonreir.
Tras largos minutos ante la TPV tratando de encontrar alguno de los platos que buscaba (suerte, en ingles-italiano o ve tu a saber qué), miraba por el espejo ante mi a los comensales a mi espalda. Esas eran mis primeras mesas, y marcaban el comienzo de mi nueva vida. De mi paso adelante. De echarle huevos, si me disculpais la expresión. Y se me olvidó sonreir.

Nadie en el bar para hacer las bebidas, y con demasiado tiempo invertido en la TPV, era demasiado tarde; estaba sumida en la mierda. Sentí ganas de llorar. Me derrumbé. No había sonreido a una sola mesa, no había hecho nada de lo que tenía que hacer, y todos estaban esperando.

Pero en aquel momento, alguien apareció. ¿Mi angel?
Me saludó y ni siquiera tuve tiempo de mirar quien era. En aquel momento abría una botella de champange que, pese a su tranquilidad inicial, explotó en mis manos, cubriéndome completamente. Segundos y postres esperando a ser llevados, y con cócteles a medio hacer, me miré al espejo. Estaba empapada. Y se me olvidó sonreir.

Todo el mundo se derrumbó con la botella en la mano y chorreando champagne. En aquel momento estaba dispuesta a salir con la cabeza gacha del restaurante y darme por vencida.
Little I knew... Todo salió cuan patas arriba podría haber sido. Pero tras el colapso inicial, todo el mundo se prestó a echarme una mano, dejándome que me equivocara, y haciéndome asi más fuerte.

Mientras escribo estas lineas, alguna lagrimilla de emoción esta cayendo. No solo porque estoy escuchando música bonita, pero porque seguramente en mi vida me he sentido tan estresada como en aquel momento. Me superó tanto el estar en un lugar en el que no podía explotar, como podía hacer en la cocina, que no tuve otra opción que aprender a tranquilizarme y a seguir adelante con o sin la ayuda de mis compañeros. Y adivinad qué, mirándome al espejo de nuevo, descubrí que no estaba sonriendo.

Corría como si no hubiese un mañana, pero iba andando. Las palabras en inglés no me salían, pero me hacía entender. Atendía a todos y cada uno de los clientes como debía, sin prisa pero sin pausa. Me empapaba en conocimiento, aprendía vinos, bebidas, medidas, palabras nuevas... Sí, estaba siendo mucho más duro de lo que esperaba, pero por primera vez, sentía que estaba valiendo la pena. Que estaba saliendo adelante. Limpié el champagne de mi camisa, lo tapé y lo puse en su sitio. Estaba sonriendo.

Las máquinas de cobrar con tarjeta no tenían cobertura y no funcionaban, no tenía cambio, mi cartera se rompió, apestaba a alcohol, y estaba empapada en él y alcohol, no acertaba a hacer una frase entera sin dudar si alguien en el mundo me entendería, la ITV se bloqueó y no sabía cómo desbloquearla, busqué alrededor y no había nadie. Pero estaba sonriendo...

https://www.youtube.com/watch?v=zMBTvuUlm98

jueves, 26 de junio de 2014

Día 3- Disaster en la sala

Después de unos más que pacíficos días de sueños cumplidos y charlas en inglés, llegó el infierno a la tierra el día en que, tras solo tres de trabajo, terminaba la semana. Éso si, la terminaba levantándome a las 5 de la mañana y habiendome acostado el día anterior a la 1 tras hacer el cierre del restaurante.

No dormir = cerebro cansado = no entender ni flores.

Estaba muy excitada. Había atendido ya unas cuantas mesas en compañía de mi buena compañera y trainer Hannah, y llegaba el momento de tener mis propias mesas de principio a final. Qué emoción.

Mi primera mesa, ahí estaban. Tres adolescentes.
Me acerqué a la mesa.
"Hola chicaaas. ¿Qué quereis de beber?"
".,.,.,,,,,.,.,.,.,.,.,i.,.,.,,..g.,.,f"
O_o Oh Dios, hablan para el cuello de la camisa...
"San Pelegrinni... ¿So sparkling water?"
"No. Lemon" (escupitajo).
Qué día más largo...

Mi último intento de acercamiento a la mesa, cuando llevaban cerca de quince minutos sin levantar el tenedor del plato, fue para saber si habían terminado.
"Not quite yet" (labio superior sorprendentemente levantado). "Quite". En determinadas ocasiones, "quite" es como un escupitajo mucoso.
Otro cuarto de hora después de, por supuesto, no mover ni una espinaca, recogí los platos, esta vez ya terminados, aunque exactamente igual de vacíos que cuarenta minutos antes.

Tras interminables minutos de labios superiores levantados en posición de asco total e ignoramiento supremo por su parte, seguido por casi tenerme que subir a la mesa para recoger los platos porque el suelo estaba regado con sus bolsos y no movieron ni una uña para acercármelos, llegó el momento de la cuenta.
Por supuesto. Cuando vi a cada una de ellas con el movil y mirando el ticket, lo supe. Tres cuentas distintas.
No podía ir peor.

La última cuenta de las tres que, gracias a Dios, fueron con tarjeta, fue completamente transaccion...ada? por la clienta. Para qué iba a esperar a que yo hiciese lo que tocaba, ya lo hizo ella por mi, cogió su tarjeta y me devolvió el terminal con una sonrisilla de satisfacción. Qué dolor.

La siguiente mesa no fue mejor, empezando con un mundo de sonrisas y terminando con una madre y dos hijas haciendome burla cuando dejé la mesa por vez trescientas después de dejarle una de las ochenta tandas de bebidas que pidieron.

¿Y las siguientes y últimas dos? Ni siquiera eran mías. Trataba de ayudar a un compañero que nadaba en caca a cargo de la mitad del restaurante, practicamente lleno.
Asi que siento a una mesa, les pregunto por la bebida... Y ya está, descubierto que aquel era el día de San Camiso. San hablo al cuello del camiso. Bebidas nuevas que no entendí, en un tono que ni ellos eran capaces de oir... Tras cinco intentos de entenderles, escribi en mi comandero lo que Dios (que me tenía desatendida esa mañana) me dió a entender y me fui a mi sección.
No. Pero ojalá lo hubiese hecho.

Un último cliente me hizo una seña. "khdohwalkrjfwqmfrmwñqlm Bill"
"Mesa 64 quiere Bill"
"Ya la tiene"
"Disculpe, ¿es para cobrarle entonces?"
"Si"
Y alli empezó todo.
"Eres española."
A la mierda. "Podría aprender español en tres meses desde cero" "Se cinco idiomas" "China es la primera potencia mundial " "Yo soy ingles, pero los ingleses son... y... y también..."
Tras cuarto de hora atrapada alli, gracias a Cristo Bendito, la manager vino a salvarme y todos mis compañeros me preguntaron si había sido racista conmigo. Regular costumer known for being racist. Awesome.

Me retiro xD

martes, 17 de junio de 2014

Día 2 camareril

En verdad, este será el primero y segundo. Aunque aun estoy en prácticas, he descabalado un poco el tema, asi que vosotros leedlo y asentid como si entendierais algo de lo que estoy diciendo XD

El día que fui a la entrevista en el restaurante, me temblaban hasta los pies. Normalmente ya me tiemblan, incluso buscando trabajo de lo mío. Imaginaos el plantel yendo a un "cero experiencia " "ingles medio" "he sido chef (¿y a mi qué me importa, ni que te fuese a ayudar en absoluto?)". Creo que nunca he confiado menos en mi misma... No di pie con bolo con las frases, palabras o sílabas, lo único que dije bien, hopefully, fue mi nombre. Pero lo que no confiaba en mi, lo confiaba en mi camiseta de flores. Ésa sí. Me hacía parecer fiable, y eso es un empujón.
"See, the best way to keep going is make you a trial shift" Asi que alli que fui a mi trial shift (verte cómo trabajas sin tener ni puta idea, como un pato mareado, durante dos horas y decidir luego si te quieren o te escupen en un ojo).

Acabé la prueba añorando todo el trozo de pie que me faltaba encima del talón después de haberme comprado especialmente para éllo unos "maravillosos zapatos, super cómodos y bonitos".
Aunque bueno, técnicamente, no puedo decir que ese día empezase bien. Me encontraba en Primark en busca y captura de unos zapatos (esos, los asesinos) y unos pantacas todo chulos, negros pitilliles para ser toda sexy waitress.
Tras descubrir que las inglesas tienen las piernas de tres largos: largas, normales o cortas, y que los sábados las encanta revolver los pantalones negros y mezclar todas las tallas, solo empleé tres horas en encontrar el único *** pantalón que había de talla 38 pierna medianamente larga. Todo con el amor que me caracteriza.
Me probé todo junto y quedaba "niqueláo". Jooooolin ¡¡pues que suerte!!
Pena que solo falte... ¿Una hora y media para tener que salir para la prueba? Necesitaba lavar los pantalones. ¿Cuántas manos inglesas grandes, pequeñas y medianas les habrían tocado? Quizá en programa rápido y en la secadora, me da tiempo...

Fantástico, incluso me dió tiempo a ponérmelos un rato antes de salir para ver si me convencían para la prueba. La prueba de la prueba. Me siento a comer y siento "algo". Aparte de nauseas, sentimiento de salchicha a punto de explotar y unos pocos nervios... Si, el pantalón solo estaba caliente, no seco. Ya no había vuelta atras, tenía que irme.

Ahí estaba yo con mi culo mojado y mi primera mesa. "Recoge los platos".
Chupado.
Ay, que se me cae el plato encima de la vieja, mierda.
Ostia, el vaso, que lo tiro.
Y ahí ocurrió. "Could we have a coffee A (de cinco opciones diferentes), B (de otras tres), C (de otras cuatro) and a owqjrflkjad tea?".
Claro. Recuérdalo, recuérdalo, recuérdalo (sin manos para apuntarlo)
El manager me pone sonrisita, yo "sonrisito" al manager de vuelta, me pregunta qué tal, le digo que bien y...
¿era green o grey tea? Jeeeesucristo...
¿Qué ha pedido? Green tea (venga, a ver si hay suerte, el otro no me suena)
Vieja "sorryyy i said **grey tea"
De vuelta a mi camarera de referencia "**grey tea?"/ "No tenemos grey tea, espera que voy a hablar con la señora"/Mierda, no era eso...
Al manager: Me ha pedido grey tea.../ No tenemos! Ahh! Earlgrey tea! ¬-¬
Rencor, rencor, rancor XD

Gracias a Dios, ahí termino mi horrípida experiencia en esa mesa, llena de malentendidos y hundimientos en la miseria. Seamos serios, la señora me podía haber pegado, y no lo hizo XD
El resto del servicio fue pasando y acabándose (y el resto de piel en mi pie) y llegó el momento de marcharse.

Por alguna razón me hace mucha gracia no entender una caca de lo que dicen, asi que siempre estaba sonriendo. Por esa razón, me quedé con el puesto xD

PRIMER DÍA COMO CAMARERA (entrenando)
De hecho, el restaurante donde hice la prueba NO era en el que he acabado trabajando, pero never mind.

Llegar, y que te manden a la guerra así, al primer cliente que pasa por allí. ¿Y quién es? El gracioso de turno.
Coger una bandeja llena de cafés y vasos y copas y cosas horribles y marchar a la mesa como si tuvieras parkinson. Que el tío se te quede mirando y te diga... "¿Acabas de empezar a ser camarera, verdad? ¿Me vas a tirar todo encima?" Mearte de risa, y decirle que, de hecho, es tu primer cliente. Que te acabe dejando un propinón y deseándote suerte en tu carrera <3 p="">
Ir a diferentes mesas en diferentes estados de comicción, y que se te olviden todas las palabras. "Quiereeeeeeeeees algo de..... beber? Mh... Agua? Yo Diana, yo española"
"Te apetece un poco de queso o parmesano? Digo.... mh... pimienta y... erm... queso? parmesano? QUIERES QUESO????"
"Que si puedes reservar un picnic para niños para mañana? Por supuesto, un segundo (¿qué cojones es eso?)"
"Could I have an earlgrey tea?" (SI! ESO LO ENTIENDO!!!)

Por si no fuera poco golpearme TRES veces seguidas con una lámpara justo encima de una de las mesas ("Vamos a tener que quitar la lámpara por ti, mujer, te vas a hacer una brecha"), vérmelas y deseármelas para sujetar la bandeja en una mesa de cuatro, cada uno con un vaso vacío más un vaso de agua, y un botellín de algo. Bien bien bien bieeeen... Y una de las chicas "jajajajaja mira cómo agarra la bandeja para no tirárnoslo encima!!" Voy a dejar de intentarlo ¬-¬

Para terminar el turno, que me dejen a cargo de una sección del restaurante (con uno de los jefes a cargo de mi), teniendo que ir tras el para cada cosa que tenia que hacer, que todas las mesas acaben a la vez, que ese jefe se ponga filosófico explicándote cómo pasar tarjetas y notar puñales en la espalda, saliendo de los ojos de uno de los clientes. "De verdad que necesito ir a darle la factura a ese hombre"
"No, espera que te enseño esto"
"Me esta mirando fatal, lleva mogollón esperando"
"No, tienes que aprender esto"
"Pero..."
....
....
"Aquí tiene la factura" (marchándome)
"NO TE MARCHES A NINGUN SITIO"
Mirada asesina, los de al lado O_o "ok, thank you so much, cheeeeeeeeeeeeeeeeeers"
"Puedo preguntarte cuál es tu nombre" (para poner una queja) (no era mi mesa, no era mi sección, estaba ayudando)
"No" (vale, dije Diana)
"¿Tiena?"
"Diana"
"¿Tiana?"
¿Qué eres, imbecil? "DDDDDDDDDDDDDDDDDDiana"
Cara de vacas al tren. Momento incómodo.
"Gracias por veniir, graaaaaaciaaaaaaaas, graaaaaciaaaaaas" lematolematolematolematoooooooooooooooo

En fin, después de una noche de nulas horas de dormir y de explosiones intestinales, no ha estado nada mal... Deseando ir mañana!!! <3 br="" nbsp="">

Día 1 en sala

Así es amigos. La despedida de la cocina fue horripilenta, con muchos mocos escurriendo por mi nariz, los ojos rojos y gente tirándose a las vías del tren para salvarme de esa decisión. Pero no es un adiós definitivo!
Como ya dije hace tiempo, quiero mirar más allá en mi carrera, ampliar horizontes y ser capaz un día de conducir una cocina y decirle a los camareros que no me cuenten milongas, que yo he estado allí también... Jajaja.

Pues sin más dilación yo creo que ya os cuento cómo fue mi primera experiencia en la sala. Obviamente no voy a poner ningún nombre real, ni nada que os de pistas de dónde encontrarme o matarme después de lo que escriba. Tampoco os puedo asegurar que lo que escriba sea al cien por cien cierto, pero si os ruego participación, quiero saber opiniones!

Como siempre, lo que escribo aqui está visto desde un punto de comicidad y diversión, no son críticas feroces ni algo dañino a malas. Mera diversión de una servidora y los lectores que quieran pasar un buen rato.

Adelante pues!

1. El comienzo

Sobre todo en esta última parte de mi carrera, los seis últimos meses que he estado trabajando en la cocina, he tenido mucho contacto con los camareros. Era la jefa de partida de pastelería, lo que quiere decir que básicamente el jefe de cocina se desentendió de mi de malísima manera en los servicios, y era yo la que tenía que lidiar con la jauría de perretes camareriles hambrientos de postres para sus clientes. Muchas quejas, muchas prisas y muchos errores. Y llegó el día: chico, pues ya me gustaría salir ahí fuera a ver si hay tantas quejas como dices, tantas prisas como dices, y a ver si tus dedos choriciles son los que causan los errores en la TPV.
El tiempo fue pasando y cuando pasé a ser la peor tratada de todo el restaurante por ser chica (en serio?) y extranjera (qué original!), decidí marcharme de ese tugurio con la cabeza a mediana altura (alta por haber durado seis meses en fine dining cooking, optando a Michelin Star, baja por haberme dejado pisar de semejante manera). Y decidí tirarme al vacío.

¿Y cómo se tira uno al vacío? Podía haber sido peor. Pero con mis 23 años, mi único trabajo hasta ahora ha sido la cocina, lo único que conozco. ¿Idiomas? En España siempre pensé que mi ingles era de 10 (como decía en mis notas).; al venir vi una realidad muy distinta. Así que supongo que podía haber saltado a un vacío sin red, pero la sala me seducía y si puedo sobrellevarlo con todo lo que conlleva, en Ingles, no necesito nada más en la vida (algún día explicaré esto).

Así que le eché huevos (aunque parezca una chorrada, para mi fue más duro que venir a Inglaterra) y decidí que era el momento de saltar. ¿Qué fue lo más duro? Sinceramente, no lo se. Pero admitiré que, despues de siete años mirándome cada día al espejo con mis aritos a cada lado de la nariz, verme sin ellos me supuso un revuelto de estómago y más de una lágrima. No sentía que fuese yo, me sentía rara y ya no sentía que pudiese destacar.

¿Qué supuso deshacerme de los piercings de la nariz? Supuso libertad (me los tuve que quitar para optar a uno de los trabajos), porque durante años, me escudé en ellos para sentirme única. Supuso valentía, porque ya no me escondía tras ellos, estaba desnuda. Supuso compromiso (de quererme tal como soy, como nací y como un día me quise, sin ellos). Y por último, supuso esfuerzo, el de compensar lo que me distinguía de los demás en lo físico, con mi forma de ser.
En fin, que todo esto os parecerá bolingas, pero me costó mucho mirarme al espejo después de liberarme de esas dos cadenas tras las que me escondía, y ahora sonrío como hacía mucho al ver en lo que ese acto me ha transformado.