sábado, 8 de enero de 2011

La Nicoletta, Paseo de la Castellana, Madrid

Vamos a empezar con el restaurante "Nicoletta" de la Castellana de Madrid, al que tuve el "placer" de ir con mi colega gastronómico y bloggero (aparte de cocinero y coctelero) Jandro, de Culinarts.
La cosa empezó bien, al sentarnos reparé en que había uno de esos míticos cachivaches para llamar al camarero y no morir desgañitado, lo cual me pareció una idea estupenda. Pero de ahí solo pudimos ir a peor. Lo único que comimos antes de salir huyendo de alli, fue una ensalada caesare y unos orecchiete con salmone.
De la ensalada, lo único salvable eran los costrones de pan y la lechuga, que estaban crujientes y frescos respectivamente y unos círculos de Granna Padanno fínamente colocados en el plato. Por lo demás, al pollo le sobraban unas horas de cocción, el jamón estaba carbonizado, la mayonesa solo sabía a anchoa y la ensalada solo sabía a mayonesa de anchoa.
Aun no habíamos acabado la última loncha de queso y unos retazos de lechuga, cuando el camarero vino a decirnos "vamos, acabaos eso ya que os he traido ya el segundo". No respetan los tiempos entre platos, no saben marchar los platos y desde luego no es manera de tratar a un cliente.
Con la pasta con salmone, y digo bien, salmone (el camarero fue tan amable de corregirnos cuando dijimos salmón, aunque todos éramos españoles) no hubo color. Ahí ya si la liamos. El famoso salmone debía llamarse asi porque era salmone-dad de piedra. Sabía a podrido, y si no podrido, al menos faisandé muy pasadito. Éso le daba al resto del plato un sabor tan desagradable que no había manera de comerlo. Lo destacable positivamente es que al menos la pasta estaba al dente...
Como broche final, comentar que se toman a sus anchas las propinas, es decir, tu les pagas, esperas la vuelta y el ticket... Y podríamos seguir esperando porque esos céntimos no volvieron. Además cobran el servicio del pan, lo cual me parece una exageración en un restaurante de la altura de éste... Y por último los baños son sucios y descuidados y la puerta de salida es transparente (mi chichón de la frente lo corrobora). Desde luego para mi un lugar al que no volver nunca.

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