martes, 17 de junio de 2014

Día 1 en sala

Así es amigos. La despedida de la cocina fue horripilenta, con muchos mocos escurriendo por mi nariz, los ojos rojos y gente tirándose a las vías del tren para salvarme de esa decisión. Pero no es un adiós definitivo!
Como ya dije hace tiempo, quiero mirar más allá en mi carrera, ampliar horizontes y ser capaz un día de conducir una cocina y decirle a los camareros que no me cuenten milongas, que yo he estado allí también... Jajaja.

Pues sin más dilación yo creo que ya os cuento cómo fue mi primera experiencia en la sala. Obviamente no voy a poner ningún nombre real, ni nada que os de pistas de dónde encontrarme o matarme después de lo que escriba. Tampoco os puedo asegurar que lo que escriba sea al cien por cien cierto, pero si os ruego participación, quiero saber opiniones!

Como siempre, lo que escribo aqui está visto desde un punto de comicidad y diversión, no son críticas feroces ni algo dañino a malas. Mera diversión de una servidora y los lectores que quieran pasar un buen rato.

Adelante pues!

1. El comienzo

Sobre todo en esta última parte de mi carrera, los seis últimos meses que he estado trabajando en la cocina, he tenido mucho contacto con los camareros. Era la jefa de partida de pastelería, lo que quiere decir que básicamente el jefe de cocina se desentendió de mi de malísima manera en los servicios, y era yo la que tenía que lidiar con la jauría de perretes camareriles hambrientos de postres para sus clientes. Muchas quejas, muchas prisas y muchos errores. Y llegó el día: chico, pues ya me gustaría salir ahí fuera a ver si hay tantas quejas como dices, tantas prisas como dices, y a ver si tus dedos choriciles son los que causan los errores en la TPV.
El tiempo fue pasando y cuando pasé a ser la peor tratada de todo el restaurante por ser chica (en serio?) y extranjera (qué original!), decidí marcharme de ese tugurio con la cabeza a mediana altura (alta por haber durado seis meses en fine dining cooking, optando a Michelin Star, baja por haberme dejado pisar de semejante manera). Y decidí tirarme al vacío.

¿Y cómo se tira uno al vacío? Podía haber sido peor. Pero con mis 23 años, mi único trabajo hasta ahora ha sido la cocina, lo único que conozco. ¿Idiomas? En España siempre pensé que mi ingles era de 10 (como decía en mis notas).; al venir vi una realidad muy distinta. Así que supongo que podía haber saltado a un vacío sin red, pero la sala me seducía y si puedo sobrellevarlo con todo lo que conlleva, en Ingles, no necesito nada más en la vida (algún día explicaré esto).

Así que le eché huevos (aunque parezca una chorrada, para mi fue más duro que venir a Inglaterra) y decidí que era el momento de saltar. ¿Qué fue lo más duro? Sinceramente, no lo se. Pero admitiré que, despues de siete años mirándome cada día al espejo con mis aritos a cada lado de la nariz, verme sin ellos me supuso un revuelto de estómago y más de una lágrima. No sentía que fuese yo, me sentía rara y ya no sentía que pudiese destacar.

¿Qué supuso deshacerme de los piercings de la nariz? Supuso libertad (me los tuve que quitar para optar a uno de los trabajos), porque durante años, me escudé en ellos para sentirme única. Supuso valentía, porque ya no me escondía tras ellos, estaba desnuda. Supuso compromiso (de quererme tal como soy, como nací y como un día me quise, sin ellos). Y por último, supuso esfuerzo, el de compensar lo que me distinguía de los demás en lo físico, con mi forma de ser.
En fin, que todo esto os parecerá bolingas, pero me costó mucho mirarme al espejo después de liberarme de esas dos cadenas tras las que me escondía, y ahora sonrío como hacía mucho al ver en lo que ese acto me ha transformado.

2 comentarios:

  1. Desde luego aburrida no estas no, jajajaja. Un besote guapa y sigue así que te veo sirviendo en el banquete de los reyecitos de aqui. jajajaja.

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