lunes, 20 de junio de 2011

Risas en la cocina (II)

Todos hemos oído las expresiones "me importa un rábano/pimiento/pepino", "se te va la olla", "estas empanado", "estoy de mala leche/uva", "estar en el ajo", "de guindas a brevas", "vete a freir morcillas/espárragos", "le falta un hervor", "se le ha pasado el arroz", "ganarse los garbanzos", "me van a dar las uvas", "es pan comido", "estas como un fideo", "es quien corta el bacalao", "le saqué las castañas del fuego".

Pero claro, tiene más gracia cuando estás en una cocina, cortando pimiento y alguien te dice...
"¡Oye, voy a subir al almacén!"
"¡Me importa un pimiento!"

En fin, son cosas que, hasta que no las vives, no puedes concebir su infinita jocosidad.

Como por ejemplo que palabras clave como "mil" "taquilla" "mi tía" o "me da igual" te provoquen tal ataque irrisorio que no te permitan mantenerte erguido.
Los primeros días en el Kikara fueron grandiosos.
"¿Dónde guardo ésto?"
"En mi taquilla"

"¿Puedes, o llamo a mi tía para que te ayude?"

"Se acabo de seccionar la mano, he perdido tres dedos de la mano y once del pie"
"Medá-iguál"

"Preparaos para dar mil, mil, mil"

Pero sin duda el día más gracioso de todos fue cuando estábamos buscando a una de las cocineras:
"¿Dónde está?"
"En mi taquilla" (mirada de complicidad)

Otro de los grandes momentos de mi jefe, lo digo con esa hoja concreta de la agenda delante, fue hacerme apuntar "Hacer velo de trufa con aita Bruno". Ésto no parece ser muy divertido, ya que viviendo en el País Vasco, es normal que mi jefe usase palabras en Euskera... Lamentablemente hay que admitir que era brasileño, lo cual le daba un toque cuando menos, entretenido al asunto.
Por ejemplo, un día, de fiesta, se puso a contarme una historia que acabó en portugués, en lo cual no reparó hasta que otra presente, también brasileña, le llamó la atención... Sinceramente, no se si fue porque no le estaba escuchando, o porque le entendía igual, pero no me había dado cuenta.

Cuando no se podía hablar durante el servicio porque el tamaño venil de mi jefe se incrementaba notablemente, recuerdo haber inventado un idioma de signos con mi compañera para momentos de crisis, véase "mete dos de chipis al micro", todo a base de signos con las manos.

Una vez, solos mi jefe y yo en la cocina, se me quejó, alegando que toda "la mierda", o sea, todos los pedidos, le estaban llegando a él. Cuando de repente entró una mesa VIP de 10, que pidieron 6 raciones de pochas, 2 arroces, 1 huevo y 1 crema, un total de 10 elaboraciones de mi partida. Y yo no estaba en entremetier, es decir, que pidieron mis primeros y mis segundos. SOLO. Si, toda la mierda, definitivamente, iba para él.

La crema de Grana Padano era un plato que salía bastante, asi que al final avabaron llamándome, aparte de codorniz, champi (por el gorro), fish chef y Diana (ésto nunca lo entendí), Diano Padano. De hecho, al leer las comandas, me pedían Diano Padanos, lo cual impedía mi pleno rendimiento servicial entre continuas risas. Asi tengo yo los abdominales, parezco una enferma que se pasa el día en el gimnasio... Entre éso y el biceps, nacido a base de montar claras y nata a mano...

Algo que carecía completamente de sentido alli es que por las noches nos quedábamos solos dos de nosotros. Mi partida y la de pastelería, con dos platos cada una, estaban juntas, por lo que yo me encargaba de ellas cuando la de pastelería libraba (siempre que estaba sola con mi otro compañero). Mientras, mi compañero, en el otro extremo de la cocina, solo llevaba un plato.
Yo corría de un lado al otro y el otro se dedicaba a mirarme con cierto comicismo.
Si el pobre quería ayudarme... Pero ya sabéis, me gusta ser autosuficiente. Hasta el punto de que un día le dije: "Oye, te veo agobiado, ¿me pongo también en tu partida?"

Mientras preelaborábamos los ingredientes de las recetas, cada uno a lo suyo, nos gustaba canturrear, para darle un toque más alegre a la mañana. Titanic era una de mis preferidas, pero nunca olvidaré ésta:
"When the night has come
and the moon is the only light we see.
oh i wont be afraid
just as long as you stand
stand by ¡MIL!"
Y es que era cierto, una de cada tres palabras de jefe, sobre todo nada más abrir el Arizona, era mil. Y mirad que yo era exagerada eh... Pero hasta mil nunca he llegado, en todo caso solo hasta millones.

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